jueves, 13 de marzo de 2008

Lavandería (PARTE II)

Entonces la vi, entre el jabón baja espuma y el suavizante de ropa pude observar su esbelta figura, con el cabello castaño, una remera que se le ajustaba al cuerpo y un short más corto de lo usual, que me sorprendió al principio pero luego me di cuenta que no era nada raro usarlos tan corto debido al sofocante calor que hacia. Aunque todavía seguía de espalda hacia mí y no podía ver bien su rostro, no me importaba por el momento… La vista era espectacular.

No sabía si gritarle “que hermosas curvas y yo sin frenos” o algo por el estilo, aunque mi subconsciente ya lo hacía. Solo imaginaba alguna forma eficaz de acercarme a ella y entablar una conversación, debería de usar “la regla de los tres segundos” según la cual solo hay que contar hasta tres y lanzarse hacia lo desconocido con total confianza y sin pensarlo demasiado, pero por otro lado como un buen guepardo que caza a una gacela en la sabana África sabía que esperar el momento justo para atacar era lo más indicado. Ya esta decidido eso haré, pero… ¿Qué le diré? Tal vez si fuese y le preguntase “¿Un día bastante caliente no?” ¡No! que absurdo, con algo así saltaría a la vista que el único caliente soy yo… tendría que hacer algo más adecuado al momento, veamos estamos en una ratonera… digo en una lavandería… Mmm… ya sé sería algo como “¿mucha ropa para lavar he?” mal de nuevo… Solo lograría que pensara por lo bajo “que observador” en forma sarcástica desde luego.

A pesar de tantas dudas y malas ideas, por fin elaboré una que merecía un premio, aunque sea solo por el esfuerzo y no por la brillantez de la idea en si. Me dirigiría hacia ella sin mirarla demasiado, o como quien dice haciéndome el tonto, y observaría alrededor dando pequeños golpe de vista a discreción como buscando algo, me pondría a su lado y finalmente con un gestito de manos que me ayudasen exclamaría sorprendido al aire “¿pero será posible que me olvidase el jabón?” Si, eso debería bastar para provocar una reacción en ella, para que se apiade de una pobre alma torpe y olvidadiza y me diga con una dulce voz “te regalo un poco de mi jabón, sí quieres…” Y lo demás sería pan comido hasta para el caballo más lento de la carrera.

¿Pero…-de la nada me entró un escalofrío por la espalda que la recorrió de punta a punta y me invadió la incertidumbre- que pasaría si no provoco ninguna reacción en ella y solo sigue lavando su ropa sin dirigirme la palabra? Quedaría como un verdadero tonto, no es que no lo sea, pero allí se haría evidencia de ello. Estaba aterrado, no sabía que hacer… Pero como quien olvida que su billetera no esta en los bolsillos del pantalón y luego se palpa el bolsillo de la camisa y la encuentra allí, del mismo modo, encontré una solución. Recordé el refrán “Si la montaña no va Mahoma, Mahoma va hacia la montaña” en este caso si ella no me ofrecía el jabón, yo se lo tendría que pedir gentilmente.


Después de tanto meditar parecía un budista que alcanzaba por fin el desarrollo personal, y con un plan infalible entre manos junte todo el valor y me dirigí hacia ella despacio y sin prisa, no porque así aparentará despreocupado y sin importarme demasiado el tema si no porque me temblaban tanto las piernas que tenía miedo de caerme y pasar vergüenza si trataba de ir más rápido.

Encaré cabizbajo como un condenado caminando hacia la horca y esperando que ocurriera un milagro, fui y antes de que pudiera decir algo mire hacia arriba y ella ya no estaba. Se había marchado, mierda.

Entre puteadas y reproches a mi mismo no fui lo suficientemente cauteloso con mi brazo al darme la media vuelta y golpeé una caja de jabón que había allí y se cayó al piso. Cuando me dispuse a levantarlo pude ver que había algo dentro de la maquina, ¡se había olvidado un pantalón! Inmediatamente lo saque y lo puse ante mi como si fuera algún trofeo o premio de consolación al segundo lugar.

Dejé a mis dedos correr libremente, ya era costumbre hurgar en los bolsillos de los pantalones. No es que buscará algo en particular por eso me lleve una sorpresa cuando encontré un papel humedecido y al borde de desarmarse, mi curiosidad lo desdobló con la misma paciencia y cuidado con la que se jugaría una final de ajedrez. En él había escrito en una tinta azul una dirección, aunque un tanto borrosa y la tinta medio corrida igual se podía leer una dirección.

“¡No esta muy lejos de acá!” dije en voz alta sin darme cuenta que todos allí me miraban raro, pero no me importaba, además tenía muy ocupada mi mente preguntándome a mi mismo ¿En verdad se habrá olvidado? ¿Será esta su dirección? ¿Estaría bien ir? Sería la excusa perfecta pero… ¿Me creería? Cuando me presente en su puerta ¿No pensará que soy un loco psicópata que le gusta revolver la ropa ajena? Además cuando pregunte donde conseguí la dirección ¿debería decirle que hurgué en los bolsillos? Claro todo eso si es que esa es la dirección de su casa… pero… ¿Qué pasaría si es la casa de sus padres? O de algún ex, o peor aún, de su novio actual. ¡Que cagada!

lunes, 10 de marzo de 2008

Lavandería (PARTE I )

Estaba arto ya de esa espantosa lavandería de mala muerte, sobre todo de sus maquinas. Había cuatro que andaban cuando querían y una que directamente no funcionaba; a las buenas, que no eran más que dos, las tenia fichada ya desde hace rato, sin embargo siempre las ocupaban antes que yo pudiera alcanzarlas.

No tendría que quejarme, supongo, si es que deseaba mi ropa limpia no tenía otra salida -lavar a mano nunca fue una opción y caminar más en busca de otra menos- ¿o si?

Parecía una ratonera de la cual ningún bicho se sentiría orgulloso de ser el propietario, las paredes a medio pintar -más bien despintándose-, ni una sola ventana, una iluminación muy pobre y un par de ventiladores tambaleantes que no sabía si dar gracias de que estuvieran allí para matar el agobiante calor o preferiría que desaparecieran por el miedo a que se cayeran con el resto del techo encima.

Mientras no me tocara una señora conversadora -de esas con 20 nietos y 20 historias bíblicas de cada uno- junto a mí o alguna prenda de color olvidada se mezclara con mi ropa blanca, se podría decir que era un buen día. Imagínense los otros días…

El tiempo parecía transcurrir más lento que de costumbre allí dentro, las horas se volvían una eternidad de aburrimiento sin fin, por eso para divertirme un poco contaba las cuadriculas de yeso en el techo… 1, 2, 3, 4, 5... ¡Ups! ¡Un agujero! ¿Comienzo desde 0?... era la única duda existencial del momento.

Para tratar de combatir la monotonía alternaba los días de lavados y hasta cambiaba la marca del jabón, pero nada daba resultado, todo seguía siendo el mismo bodrio de siempre.

Sabía que necesitaba algo nuevo; algo que por un minuto me hiciera olvidar lo absurdo de mi vida; algo que me hiciera sentir vivo. Lo que no sabía era que ese algo llegaría más pronto de lo que creía.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Empastillado hasta los ojos

"Y aunque haya una parte de tí

que está aquí conmigo,
yo no la siento."

Sólo es una cicatriz,
tan sólo un recuerdo
de aquella llaga
que alguna vez abriste
con tus ufanas palabras de amor
y promesas de gloria.

Sólo eres una píldora
de efecto rápido y corta duración,
muy corta,
y yo como tonto caí en tu "poder".

Maldigo el instante
en el que estuve
comiendo de tu mano,
atontado por tu dosis.

Ahora al caer en la realidad
y sacarme el velo que me pusiste
(y que me dejé poner)
veo todo más claro,
veo mi camino,
mi futuro
y para bien, o para mal,
tú no estás en él.

sábado, 6 de octubre de 2007

Mil Palabras

Lo difícil no es escribir 1.000 palabras...








...lo difícil es encontrar una imagen que las refleje.

martes, 2 de octubre de 2007

Antonimia

El día y la noche,
La luz y la oscuridad,
El orden y el caos,
Lo bueno y lo malo,
Lo concreto y lo abstracto,
El ayer y el hoy,
El hoy y el mañana,
Ella y el.

De la misma forma en que no podrían existir uno sin el otro; No podrían estar juntos.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Ring-raja (2º parte)

- Mira te presento a mi hija- dijo apoyándome sus dos manos en mis hombros.
Y de la escalera (sentada en ella) salió una nena más sorprendida que yo todavía diciendo - Hola!.- Bueno que nena... tenia 15 o 16 por lo visto, no le pregunté su verdadera edad, no le quise dar más detalles a mi mente.
Me sentía más desubicado que inodoro en el living, justamente en ese living-comedor, sentado en la mesa cenando con ellas dos. Hubiese habido un silencio sepulcral de no ser por las absurdas y banales preguntas que me hacia la Señora y que yo contestaba con un "si", un "no" o un "algo así" con la típica sonrisita idiota que me caracteriza.
La nena me miraba de reojo y yo la miraba también; me sentía intimidado por esos ojos que al contraste con la luz parecían celestes y a veces un tanto verdosos.
Entonces la Señora me preguntó por mis padres y yo luego la interrogué sobre su esposo.
- No existe.- Soltó esa frase y me calló como una bomba.
Luego saltó la nena que no terminó de decir " ...Y si mi papá.." Y la Señora soltó los cubiertos, levantó su plato a medio terminar y se fue a la cocina.Tampoco pregunté que pasó, pero me lo pude imaginar.
Ya estaba algo cansado, así que pedí a la nena que me guiara hasta donde iba a dormir, nos quedamos conversando un buen rato, confesando nuestras verdades (bueno, de las mías casi todas).
- Shhhhhhh no te rías tan fuerte, tu madre va a venir y nos va a mandar a dormir a ambos- le suplicaba.
- Naaa si esa prende la tele, se duerme con ella prendida, y jamás se despierta por nada.- me contestó con un extraño brillo en sus ojos.
Teníamos sed así que se ofreció a traer un jugo, yo salí un tanto después y me dirigí hacia el baño, entre y allí estaba ella mirándose en el espejo y guardando quien sabe que detrás del estante del espejo entre abierto.
-Perdón no sabia que estabas aquí, pensé que estabas en la cocina- le dije mientras daba un paso atrás y cerraba la puerta.
- No, para, no te vallas; quédate... - me suplicó.
Me miró con esos ojitos, ahora celestes, mientras me acercaba lentamente y la tomaba de la cintura. Su rouge en mi piel fue la más cordial invitación para tomarla entre mis brazos y llevarla hasta la habitación.
Bajo la ropa su piel parecía ser más blanca, como un extenso campo cubierto de nieve, y en algunas partes un tanto rosado. Sus senos casi maduros acariciaban suavemente mi cara, mientras mis dedos se multiplicaban y recorrían todo su cuerpo poniéndola en un estado de éxtasis y euforia que me excitaba aun más.
No podía evitar hacer oído sordo al rechinido de la cama que parecía mezclarse y formar música con los gemidos que salían desde su boca, confiando que la televisión guiara a la Señora por el sendero de los dulces sueños; tal vez aquello hacia correr más la adrenalina por mi cuerpo: el saber que podríamos ser atrapados en cualquier momento. A ella eso parecía inspirarla o enloquecerla más, se posó sobre mi y pude sentir toda la energía y el vigor de sus caderas que se meneaban con un apetito insaciable sobre mi pelvis.
Todo acabo con una gran implosión de placer y suspiros para ambos, yo acariciaba su cutis y corría los cabellos de su cara para poder ver esos ojos que tanto me tenían hipnotizado. Me abrazó fuertemente y no nos movimos más.
Me desperté, baje y encontré a la Señora desayunando, no hubo mucho para decir.
- ¿Querés algo para desayunar?- señalándome una taza de café.
- Muchas gracias por todo, pero ya necesito irme, de verdad.- le dije con voz medio apurada.
Me despedí de ella y salí lo más rápido que pude. En mi mano llevaba un papel con el número de teléfono de la nena, lo miré fijamente y tire el papel a su suerte mientras me decía a mi mismo: "No estoy echo para mentir".

Ring-raja (1º parte)

El típico jueguito del "Ring-raja": tocas el timbre y te lanzas a correr. ¿Quién no lo ha jugado?
Eso mismo pensó José, cuando me vio atándome los cordones de una de mis zapatillas; no tuvo mejor idea que tocar el timbre y mandarse a mudar.
-¿Ya estamos bastantes grandecito no José? Lo puteaba a lo lejos.
Alcé mi mochila llena de libros y sin dejarme oportunidad a decir algo más, o si quiera a moverme, se abrió una puerta a mi derecha y se sintió una vocecita arrugarse:
-¿Hola?
Dándome vuelta lentamente, pensando que decir, pues había quedado para la foto, mire a la Señora y pude observar que no solo su voz parecía arrugarse.
- Buenas noches ¿aquí vive la familia García?- pregunté, tratando de meter un gol de media cancha.
- No, equivocado - contestó confundida como si hablara por teléfono.
- Haaaaa- murmuré mientras la miraba..
Y me preguntaba a mi mismo cuantas historias podrían contar esas arrugas. Me sentí obligado a contar una historia yo para no quedar mal ante ellas y sus relatos mudos.
- Disculpe Ud. ¿Y no conoce una familia García por acá cerca?- agregué.
- Mmmm... -se llevó la mano al mentón y puso a desempolvar algunas neuronas noveleras- No, creo que no.
- Hay pero que lastima, que mala suerte; lo que pasa es que los estaba buscando para quedarme con ellos. Vine desde muy lejos y confiado.- interrumpí.
-¿Anda viajando?- preguntó observando mi mochila al hombro.
- Así es, vine de Córdoba y si no los encuentro voy a tener que buscar un hotel....¿Conoce alguno por acá cerca y que sea barato? Vine con lo justo.
- ¿Y que andas haciendo tan lejos de tu casa?- ignorando mi pregunta buscó satisfacer sus propias dudas, digno de esas señoras chismosas que le dan a la lengua los domingos por la tarde.
- Vine a traer unos papeles y ver el tema del estudio. Una visita rápida se podría decir. Y viendo la hora que es necesito encontrar un hotel ahora, así mañana a la mañana los trato de ubicar.
- Si aquí a 3 o 4 cuadras hay uno. Pero si es por esta noche nada más... te podes quedar acá.- sonrió simpática.
- ¿Me esta ofreciendo su casa? No, no podría causarle esa molestia Señora- Quedé sorprendido por la invitación.
- Hay por favor como te vas a ir un hotel, esta noche te quedas acá.- replico entusiasta.
- Pero..
- Dale pasa, se hace tarde- me interrumpió casi empujándome a entrar.
Mientras cruzaba el pórtico pensaba " fue gol, yo quise tirar un centro o un pase largo... pero fue gol...". Y me recriminaba " ya no quedan personas así, por tipos como yo, están en extinción".

 
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